jueves, 4 de agosto de 2016

¡A construir autoestima!

Imagen de pixabay.com
A los 9 años  me enteré que tenía celulitis.
Una prima llegó a mi casa procedente de la ciudad donde estudiaba la carrera en un viaje que debía llevarla hasta su pueblo a pasar vacaciones, no venía sola: la acompañaba una amiga de la universidad.
Dos muchachas grandes.
Justo el tipo de compañía que una niña que se sentía incomprendida por sus contemporáneos quería. Me senté con ellas en una esquina a oírles todos sus cuentos, hasta que algo me preguntaron y me paré a contestarles, yo llevaba un "ciclista": unos pantalones de algodón licrado similares a los que usaban los verdaderos ciclistas, entonces escuché a la amiga de mi prima decirle:
- Mírala, ya tiene celulitis.
Hasta ése día cada vez que escuchaba la palabra "ya" antecediendo algo que yo tuviera o hiciera significaba una alabanza:
Ya lee libros completos. Ya saca raíces cuadradas. Ya redacta párrafos enteros. Ya se sabe la historia de la conquista de América. Ya tiene 140 cms de estatura.
Así que ingenuamente saqué pecho, porque no sabía que era eso que ya yo tenía pero seguramente debía ser algo bueno.
Mi prima no dijo nada, la amiga siguió:
- Tan pequeñita y con esa celulitis, si ni siquiera es gorda.
Ahí empezó a torcer la puerca el rabo y yo a entender que no me estaban halagando. Mi cara debió dejarle claro que no sabía por donde iba la cosa porque se paró y con sus manos apretó mis muslos.
- ¿Si ves?
Y seguramente un montón de huequitos debieron aparecer pero la verdad fue que yo no vi nada malo, de todos modos dije que si porque no quería seguir hablando del tema, a mi pesar primero debí escuchar varias recomendaciones sobre cremas, dietas y ejercicios antes que por fin pasaran a otro tema que nada tuviera que ver conmigo.

Quienes me conocen saben que yo mido el éxito del ejercicio que hago en si hace desaparecer o no la celulitis, nada hay en mi cuerpo que yo vigile más ni que logre atormentarme como ella, a mis 32 años la tenía "casi" desterrada y yo me sentía tan plena como si lo que hubiera "casi" desterrado hubieran sido todas las enfermedades inmunoprevenibles del mundo, era incluso de las que padecía cuando alguien mostraba sus muslos o brazos ahuecados sin vergüenza alguna. A mis 36 y luego que mi cuerpo no sólo gestó sino que sigue lactando a mi hijo lo miro con otros ojos, lo miro sin evaluarlo o por lo menos sin hacerlo drasticamente, pero fíjense ustedes como esos pocos minutos marcaron tan profundamente y por tanto tiempo mi vida.

Y así vamos los adultos repartiendo inseguridad en los niños que nos rodean, cuando no es por la celulitis es por el pelo, la nariz, la boca, el color de piel, siempre imponiéndoles unos estándares absurdos en los que en la vida real no encaja nadie, ni siquiera las estrellas de la música como muy bien nos lo han demostrado la valiente Alicia Keys y sus estrías.
Procuremos siempre que la manera en que le hablemos a los niños tenga poco que ver con las formas de sus cuerpos y más con la amplitud de sus mentes y la bondad de sus corazones para que no crezcan oprimidos por la baja autoestima, todos sabemos que esa es la puerta que abre muchos infiernos
.