viernes, 17 de julio de 2015

Los otros hijos



Fragmento de Juego de Tronos. Imagen: archivo particular. 
Desde que empecé la residencia he conocido muchos niños con enfermedades crónicas que los hace tener que asistir a múltiples controles y también pasar largas temporadas hospitalizados, algunos ya han muerto, otros siguen luchando junto a sus padres y el resto de la familia.
Siempre que tenía a una niña o un niño en esas condiciones y veía a su madre, padre o a ambos entregados en cuerpo y alma a su cuidado, viviendo también dentro del hospital día y noche, durmiendo en esas incomodas sillas, me preguntaba ¿y los otros hijos?, todas las mamás con las que hablé del tema tenían varios, unos mayores y otros menores que mi paciente, dejados al cuidado de la abuela, las vecinas o como pasaba con frecuencia: la hermana adolescente encargada de los hermanos más pequeños. Y como las hospitalizaciones en algunas ocasiones podían durar meses (tuve un paciente que completó casi un año) durante ese tiempo aquellos otros niños y niñas crecían y se desarrollaban con el dolor del hermano enfermo y la ausencia de la madre o el padre o ambos, a la merced de los peligros que acosan a los niños solos, sin controles médicos, sin que nadie recordara las vacunas, sin que nadie notara los primeros signos de alguna enfermedad, perdiendo años, ingresando a pandillas, embarazándose en el inicio de la adolescencia.
Hoy ya no trabajo en hospitalización pero si sigo viendo pacientes con enfermedades crónicas y sigo preguntando por "los otros hijos", insisto en que me los traigan también para que no se queden como pajaritos a la vera del camino, "tráigalos juntos si le queda más fácil" les digo con tal que las enfermedades no les hagan zancadilla a ellos también.
Ninguna mamá y ningún papá están preparados para un hijo crónicamente enfermo, es un camino duro, cuesta arriba y el pediatra con el resto del personal de la salud debe hacérselos menos agreste, prevenirlos sobre los peligros que corren esos otros hijos si nadie los guía y recordarles que el amor no se acaba de tanto compartirlo, que ese mismo amor alcanza para el resto de la prole, que esos chicos y esas chicas necesitan sentir el abrazo de sus padres y tener el cuidado de la pediatra.

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