lunes, 19 de octubre de 2015

El chupo: ¿aliado o enemigo?

Imagen de pixabay.com
El chupo (pacificador, chupete, chupón) tiene tanto defensores como detractores, lo cierto es que puede ser bueno si se le utiliza de forma adecuada.
Las indicaciones sobre su uso van cambiando con la edad y las circunstancias:

  • En los niños prematuros que están en unidades neonatales y aún no tienen suficiente madurez para ser alimentados por succión sino a través de un tubo que va de la boca al estomago el chupo sirve para estimular la succión no nutritiva que a su vez ayuda a liberar hormonas que facilitan la absorción de los alimentos y el aumento de peso. También en éste grupo de niñas sirve como analgesia no farmacológica a la hora de hacer intervenciones que pueden ocasionarles dolor: tomar muestras de sangre o colocar un catéter, cuando no es posible recibir el seno materno. 
  • En los niños nacidos a término o en los prematuros que no han requerido hospitalización y se encuentran en casa junto a sus madres lo ideal es no usar el chupo durante las 3 primeras semanas ya que ese tiempo es vital para afianzar la lactancia materna exclusiva y prevenir algo llamado confusión de pezones. 
  • A partir del primer mes cuando ya las niñas tienen una lactancia materna exclusiva establecida puede usarse el chupo para dormir ya que ayuda a prevenir el sindrome de muerte subita del lactante, para los niños alimentados con leche de fórmula de forma exclusiva el uso puede iniciarse antes y en ellos es aún más necesaria la protección que brinda porque no reciben la de la leche materna. 
Pero con tantas bondades ¿por qué es que dicen que es malo?
Por varias cosas:
  • Si no se le hace una higiene adecuada puede producir diarreas.
  • Se ha relacionado con otitis media cuando se usa de forma prolongada en los mayores de 6 meses al estar despiertos.
  • El uso por más de 6 horas al día, de forma intensa (esto último depende de cada niño) y más allá del año de edad puede causar  daños en la mordida que suelen ser transitorios si se retira antes del tercer año, después ya hay una serie de cambios tanto en los dientes como en los maxilares que hacen que las alteraciones se tornen permanentes.
Además para garantizar un uso adecuado y con menos complicaciones deben evitarse cosas como:
  • Amarrarlo a un cordón alrededor del cuello del niño por el riesgo de asfixia.
  • Untarlo de bebidas azucaradas por el riesgo de caries.
  • Intentar acallar a la bebé con el chupo sin haber revisado previamente que necesidad es la que la hace llorar: hambre, pañal sucio, angustia de separación, picaduras o golpes entre otros. 
En decir bien utilizado el chupo es una buena herramienta de la que se beneficiarán algunos niños pero no es de uso obligatorio para todos.

Los pediatras podemos recomendarlos en algunas otras circunstancias especiales pero eso ya se define en el consultorio paciente por paciente. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario