sábado, 8 de agosto de 2015

¡Qué viva la teta!

Imagen de pixabay.com
Soy madre de un niño de poco más de 1 año, a los 40 minutos de haber nacido por cesárea ya lo traían a mi para que le diera leche materna, lo recuerdo perfectamente: apenas estuvo lo suficientemente cerca para sentir el olor que emanan los corpúsculos de Morgani empezó a abrir y cerrar su boquita como si fuera un pez fuera del agua hasta que por fin llegó a mis brazos y apresó pezón y areola, desde ahí comenzó una hermosa historia que todavía sigue.
Y en esa historia pasamos de servirnos de la sangre, la placenta y el cordón umbilical a la misma sangre pero procesada por las glándulas mamarias hasta obtener leche. El único alimento especifico para el, con la memoria inmunológica que lo prepararía para enfrentar el entorno en el que ya se movía su madre, con la carga justo de nutrientes según lo requería no sólo por su edad y peso sino incluso por la hora del día y la temperatura.

Desde entonces hemos enfrentado todo tipo de comentarios: "no dejes que se emperre" "otra vez teta, eso es una perrería" "eso no lo sostiene" "te vas a acabar" "vete para allá para que no te vean", pero es mas que claro que ni el ni yo pertenecemos a la familia de los cánidos, siempre estuvo por encima del peso promedio para la edad, yo sigo viva ademas de saludable y cada día más consciente que hay que visibilizar la lactancia materna. Pudimos soportar todos esos embates y los seguimos soportando, ahora en otras presentaciones: "tan grande y todavía toma teta!!!", si y lo hará hasta los 2 años o más si así lo quiere.
Pero no voy a detenerme en eso, más bien quiero dar gracias a Dios por Juan Carlos, mi esposo y el mejor cómplice que una mujer pueda tener para la lactancia materna, siendo médicos ambos y con lo que eso significa para la mayoría: si no trabajamos no ganamos, estuvo de acuerdo conmigo a que me quedara en casa los primeros 4 meses y posteriormente a que trabajara pocas horas y además repartidas de tal forma que nunca estuviera más de 4 horas seguidas lejos de mi bebé, tiempo en el cual se alimentaba de la leche que me había ordeñado y de esa manera pudimos completar los anhelados 6 meses de lactancia materna exclusiva, gracias a ese gran papá que mira con toda naturalidad que yo alimente a nuestro hijo en un banco, o en un restaurante, que jamás pensó si quiera que debíamos irnos a un rincón o sencillamente "distraerle" el hambre.

La lactancia es algo tan natural como respirar, y las nuevas tecnologías nos han hecho pensar que no está "al nivel" de estos tiempos, pero nada es más falso, es ella la única que es capaz de adaptarse a todo tiempo a todo cambio, la mujer necesita muy pocas cosas para poder conseguir una lactancia materna efectiva: aunque sea un seno, la hipófisis trabajando bien (si pudo embarazarse la tiene en condiciones excelentes), tomar mucha agua y tener una red de apoyo: esposo, el resto de la familia, especialmente las mujeres que ya han recorrido ese camino, profesionales de la salud, asociaciones en pro de la lactancia). Somos mamíferos, y para nosotros es importante lo que opina la manada, así que cuando una mujer está frente a la hermosa tarea de nutrir a su hijo toda la manada debe rodearla, sostenerla y facilitarle a ella y a su cría cumplir con ese cometido.

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